Un
pueblo, una provincia, una región, un país, un continente, un planeta. Soy de
mi pueblo, de mi tierra, de Villarrobledo; también de Albacete y de Castilla-La
Mancha; de España y de Europa. Soy hijo de la Tierra. En ese orden y en el
inverso, también salteado. Todos/as lo somos. Por eso, por tener esas raíces en mi querida tierra y querer
devolverle aquello que me ha otorgado, busco lo mejor para ella. O,
mejor dicho, lo que considero que es mejor para ella.
Los/as
que me conozcáis un poco sabréis cómo pienso. No me corto a la hora de expresar
o defender mis ideas en público y trato de ser muy fiel a mis convicciones. A
veces esto puede dar lugar a situaciones un poco tensas, pero siempre estoy
dispuesto a limar asperezas y no tengo problema en corregir lo que afirmo o
niego si en algún momento me doy cuenta de que mis premisas son erróneas. Para
mí la verdad absoluta no existe y por eso puedo llegar a contradecirme. Las
contradicciones no tienen por qué ser malas, las considero como parte de una
evolución constante en el aprendizaje y surgen con el diálogo y la reflexión,
dando lugar a escenarios desconocidos que no habrían aparecido si siempre
llevamos puestas las anteojeras.
Ésta va a
ser la primera entrada sobre política del blog y, cómo no, va a hablar de ese
nuevo fenómeno en el panorama político nacional, amado y odiado, que se llama
Podemos. Voy a hablar de lo que considero que es mejor para mi tierra.
A muy
grosso modo, para algunos/as Podemos es un saco de mierda apátrida que lo único
que busca es sembrar el pánico en los mercados financieros y destruir lo poco
que queda de la economía española. Para otros/as es la panacea, ese elixir de
la vida eterna que nos sacará de una sociedad enfermiza en la que hay un cáncer
plagado de caciquismo, clientelismo, malas praxis, egoísmo e
individualismo.
Probablemente,
no sea ni una cosa ni la otra, al menos no en su totalidad. Se dice que a cada
generación le toca enfrentarse a sus desafíos y a la nuestra le toca asistir y
participar en el nacimiento de una nueva democracia nacional más transparente,
más justa y más social. Podemos no es más que una herramienta política que
aglutina un descontento generalizado y que redirige el mismo a construir una
nueva mayoría social, generando un nuevo escenario político que permitirá
sentar las bases de un nuevo tipo de sociedad donde la dignidad no sea
mercantilizada.
En el
corto plazo, la senda económica de un país no puede ser cambiada de manera
brusca, puesto que produciría rechazo en un mundo globalizado. Se podrán
paralizar los desahucios, se podrá asegurar la existencia material de
aquellos/as que no puedan hacerlo por sí solos/as y se intentará poner remedio
a las últimas olas liberalizadoras que asolan nuestra tierra. Eso, lógicamente,
es crucial y una solución rápida para una parte de la población tremendamente perjudicada. Pero para mí, lo
más importante está en el horizonte a medio y largo plazo, cuando los cimientos
basados en la justicia social ya estén sentados y cada vez más gente, con la
misma ilusión, sea la que dé el paso de levantar las paredes y poner el
tejado.
Como dice
el refranero popular, de lo que se siembra se recoge. Sembremos la semilla de
una sociedad justa. Todos/as juntos/as podemos.