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lunes, 22 de diciembre de 2014

Cuando piensas que toda la gente que te rodea es gilipollas quizá el único/a gilipollas eres tú

             Cuando piensas que toda la gente que te rodea es gilipollas quizá el único/a gilipollas eres tú. Piénsalo. Es duro. Pero probable. Muy probable. 

            ¿Todo el mundo va a estar en nuestra contra siempre?  Obviamente no. ¿Y qué ocurre cuando lo está? Se equivocan, ¿no? Nosotros/as no podemos equivocarnos. El error parte siempre del resto. Nosotros/as somos geniales. No nos equivocamos.

            ¿Por qué muchas veces cuesta tanto hacer autocrítica? ¿Por qué muchas veces cuesta tanto aceptar críticas – o por qué las tomamos siempre como si nos condenasen al paredón-?  ¿Por qué cuesta tanto dejar atrás ese maldito orgullo que a lo único que nos invita es a la negación de alternativas?

            Hace unos días mi hermana cumplió años y le regalé un libro titulado Inteligencia emocional de Daniel Goleman. No he tenido el placer de leerlo todavía, ya que la elección de éste fue fruto de una recomendación fortuita. Reseñando un poco sobre la información recibida del libro, diré que destaca la importancia en el control de las emociones. Todos/as, o la gran mayoría, sabemos qué es la inteligencia emocional y a grosso modo es, como comentaba, la capacidad de medir y controlar las emociones de manera racional, dejando las pasiones aparte; es decir, aplicar la inteligencia sobre las emociones.

            La inteligencia emocional es un factor clave en el comportamiento humano tanto a nivel individual como a nivel colectivo puesto que la misma condiciona nuestra relación con el resto. Nos permite, por tanto, desarrollar la autocrítica, el autocontrol, la empatía y un mejor conocimiento de nosotros/as mismos/as.

            Vuelvo a las cuestiones previamente planteadas: ¿por qué muchas veces cuesta tanto hacer autocrítica? Porque hay emociones que ciegan la razón; ¿por qué cuesta aceptar críticas? Porque hay emociones que ciegan la razón; por último, ¿por qué cuesta tanto dejar atrás el orgullo? Porque nos ciega.

            ¿Cómo combatir el orgullo? Pausa, tiempo, reflexión. Las decisiones y respuestas en caliente no suelen ser las mejores. Dependerá de las situaciones, claro. Pero podremos entrenar nuestras emociones. La inteligencia emocional, al contrario que la intelectual, puede desarrollarse. Solo es necesario cambiar el chip. Comprender que nuestra verdad es simplemente nuestra, que es relativa. Comprender que habrá gente que quiera hacerte daño y que también habrá gente que quiera ayudarte. Comprender por qué esa gente quiere hacerte daño. Entender que, quizá, no es tanto el daño que quieren o parece que quieren hacerte sino que es su orgullo y, entonces, debes invitarles a que hagan una pausa, tomen un tiempo y reflexionen. Las decisiones y respuestas en caliente no suelen ser las mejores.

            En el acuerdo suele estar la solución. Frente a la intransigencia, inteligencia.